Por eso el domingo pasado decidimos que iba siendo hora de planificar algo; cortito, pero algo. Me apetecía ir a un lugar y mirarlo con los ojos del viajero: fotografiar rincones, descubrir paisajes, ver gente y disfrutar de nuevas situaciones.
¡En marcha! Nos vamos de excursión |
El lugar que visitamos se llama Patones y está a 90 kilómetros de distancia de mi casa, en el noreste de la Comunidad de Madrid, lindando con la provincia de Guadalajara. Para llegar desde la capital, hay que coger la A-1 dirección Burgos hasta llegar a la N-320, donde nos desviamos hacia una carretera de doble sentido que en 15 minutos nos anuncia Patones… de Abajo, la parte del pueblo situada al pie de la montaña detrás de la que se esconde Patones de Arriba, uno de los pueblos más bonitos de España, según cuentan.
Patones de Arriba. Conjunto Histórico. Bien de interés cultural |
Acueducto de Patones de Arriba |
Los que vamos a pasar el día tenemos que aparcar fuera del pueblo en una cuesta que queda nada más entrar a la izquierda y que está bastante mal acondicionada para ser un sitio tan turístico. De hecho, nosotros rozamos el coche ligeramente con una piedra en la puerta del conductor. Heridas de guerra, lo llamo yo; recuerdos que nos llevamos en el coche, como la rascada de puerta que hice en nuestra visita a Bayeux del verano pasado. A la media langosta la idea de las heridas de guerra no acaba de convencerlo.
De todas maneras, una vez pusimos los pies en tierra y la mochila a la espalda encendimos el modo explorador. Aún era pronto por la mañana y había poca gente. Además, amenazaba agua y ya se sabe que los días de lluvia intimidan un poco. Pero a mí caminar bajo la lluvia me gusta. Los sitios tienen un color diferente. Es todo más nostálgico y esto me invita a mirar las cosas desde la reflexión más íntima.
Patones es un pueblo de color gris y negro, en parte porque las construcciones están hechas de pizarra, un material de la zona. Mi madre, que nos acompañó en la excursión, nos dijo que ella recordaba haber visto un reportaje en televisión en el que la alegría de los colores de las plantas llamaba la atención. Pero nosotros tan solo vimos un geranio de color rojo. No había flores pero sí mucho verde en la montaña debido a las últimas lluvias.
Patones es un pueblo gris, por la pizarra de sus construcciones |
Cuesta para arriba, cuesta para abajo |
Cuevas en Patones |
Continuamos callejeando y nos dimos cuenta de que, a eso de la una del mediodía, aquello empezaba a animarse. A pesar de las predicciones meteorológicas y del sirimiri que había caído un poco antes, el cielo nos estaba dando una tregua y el pueblo había comenzado a llenarse de gente.
Patones es un sitio con mucha gastronomía y el logo de Masterchef en los chalecos reflectantes de los aparcacoches tiene su sentido. Por lo visto, el restaurante El Poleo apareció en el famoso programa de cocina y, desde entonces, es toda una celebridad gastronómica en el pueblo. Pero hay muchas opciones más para ser un pueblo tan pequeño. Nosotros paramos en una taberna en que lo típico son los torreznos. Y eso fue lo que pedimos, un refrigerio con torreznos para aliviar el hambre que nos había dado la caminata. El precio fue muy normal. Si os pensáis, como pensé yo, que sería más caro de lo normal os diré que no. Dos refrescos, una botella de agua y un torrezno a compartir, 6,50 euros.
Después de tomar algo, seguimos viendo zonas que antes nos habíamos dejado en el tintero e incluso visitamos una tiendecita en la que vendían artesanía y dulces caseros. Además, nos topamos con unos turistas extranjeros. Me encanta cuando la gente se sale de los itinerarios típicos y descubre este tipo de maravillas. A estos viajeros yo los califico de pro. Salen de las guías establecidas e invierten tiempo en conocer los contrastes de la Comunidad que acoge la capital de España. Sencillamente, me alegra el día.
En menos de media hora ya veíamos a lo lejos las cuatro torres que presiden Madrid. No dejo de asombrarme de lo diversa que es la Comunidad de Madrid. “Esto también es Madrid”, pienso cada vez que visito un lugar que no se parece en nada a la ciudad de cemento y prisas a la que voy a trabajar todos los días. Lo hago para ser consciente de ese orgullo de pertenencia a la tierra que me vio nacer y que, desafortunadamente, los madrileños solemos olvidar. Pero sí, yo soy de Madrid, de Madrid, de Madrid.
Excursiones Comunidad de Madrid |